Nací en Badajoz en 1973, con una discapacidad llamada Acondroplasia o enanismo, como se conoce vulgarmente.
A pesar de las dificultades que esto conlleva, he logrado ser una mujer independiente, un espejo donde mirar a las personas con distintas capacidades y sacudirnos los prejuicios y estereotipos que nos suelen acompañar.
Antes de dedicarme a la enseñanza, trabajé en varias oficinas como auxiliar administrativo.
En el mundo de la enseñanza llevo 19 años, algunos de ellos en pueblos de la provincia y otros en colegios e institutos de Badajoz.
Actualmente imparto clases, en su especialidad, Pedagogía Terapéutica (P.T.), en un Instituto de Badajoz. Mi labor, con chicos y chicas, con y sin discapacidad, es muy importante porque nadie mejor que yo entiende las dificultades que tiene el alumnado que padece alguna discapacidad, al que trata de infundirle el convencimiento de que cada uno en su diferencia puede conseguir todo lo que se proponga y a los que son, como solemos llamarlos “normales”, les hago comprender que todos y todas somos distintos pero no por eso debemos ser menos iguales a la hora de las oportunidades para desarrollar una vida plena.
Agradezco mucho el haber tenido unos padres, que desde el principio o me trataron como a cualquiera de sus hermanos, si había que castigarme, me castigaban y también me premiaban cuando la ocasión lo requería. Por eso hace hincapié en lo negativa que es la sobreprotección de las personas con discapacidad. Soy una mujer que mide 1,04 cm y os quiero dejar el mensaje de que las personas de baja estatura, a parte que su discapacidad, conlleva muchos problemas de espalda, de huesos, oídos, respiratorios etc. podemos hacer, dentro de nuestras limitaciones, cualquier trabajo. Pero debemos dejar de vernos solo como bomberos toreros, bufones, atracción de circo, etc. Ya es hora de que empecemos a entender que su discapacidad no debe ser motivo de burla, mofa o risa, eliminemos entre todos y todas los prejuicios y estereotipos y borremos las etiquetas, todos y todas tenemos un nombre por el que llamarnos, si no conocemos el suyo, se lo preguntamos. Las barreras más difíciles de salvar son las mentales, pero en nuestras manos está derribarlas, cuando lo hayamos hecho habremos conseguido una sociedad mejor, más igualitaria y respetuosa. Por qué todas las personas tienen capacidades especiales.