Tengo 34 años y vivo en Villagonzalo.
A los 17 años sufrí un accidente de moto que me dejo parapléjico.
El exceso de velocidad y la inconsciencia juvenil me jugaron una mala pasada, siendo un golpe muy duro tanto para mí como para mi familia.
Pasé varios meses ingresado en el Hospital Nacional de Parapléjicos en Toledo, donde un gran equipo de profesionales me brindaron tratamientos y toda la ayuda que necesitaba para prepararme y hacer una vida lo más normal posible, pero tocaba volver a casa, volver a la normalidad y afrontar la vida fuera de las comodidades del hospital a lo que a adaptación y comodidades se refiere.
Tardé varios meses en salir de casa, me daba miedo ser el centro de las miradas, o peor aún, de la compasión.
Por suerte eso cambió gracias siempre a mis amigos y familia que estuvieron siempre ahí, no siendo nada fácil aguantar los cambios de humor de tanta frustración que se siente al principio, pero eso ayudó que fuera retomando la normalidad y no dejé que una silla de ruedas me lo impidiera.
Después de unos años perdido sin saber qué hacer ni a qué dedicarme poco a poco fui centrándome y buscando objetivos.
A partir de ese momento he hecho de todo después del fatídico accidente, desde sacarme el carnet de conducir, jugar a padel, montar en quad, natación, hasta tirarme en paracaidas. Cualquier reto como estos lo cogeré con ilusión y ganas de disfrutarlos.
Soy un gran afortunado, he tenido y tengo, a gente que me quiere y que me apoya incondicionalmente.
Para mí el secreto de la vida está en no rendirse, ir a por lo que quieres intentándolo las veces que sea necesario y sobre todo en valorar los pequeños detalles que nos brinda porque nunca se sabe si mañana estaremos aquí.